Final histórica: el choque de estilos entre el City y Fluminense

Se enfrentan los máximos exponentes del Juego de Posición y el ataque funcional. Qué une y separa a Pep y Diniz.

Será una final histórica. Como nunca en los últimos tiempos del fútbol mundial, un título, el del Mundial de Clubes, lo definirán los dos máximos exponentes de dos modelos distintos de ataque (acá, la grieta no es entre defensivo y ofensivo). De un lado, el campeón de Europa: el Manchester City de Pep Guardiola y su famoso Juego de Posición. Del otro, el campeón de Sudamérica: el Fluminense de Fernando Diniz y su novedoso ataque funcional. Control vs. caos. Espacio vs. tiempo. Frente a frente, durante 90 minutos, los principales representantes de dos maneras de ver y sentir el fútbol.

Tan cerca...

A Guardiola y Diniz los emparenta la necesidad de sentirse protagonistas del juego. Y eligen el mismo camino: la tenencia de la pelota. No es casualidad que en sus respectivas ligas lideren la tabla de los equipos con mayor porcentaje de posesión. El ataque es parte esencial de sus planes de juego. Si bien entienden el fútbol como un juego integral donde lo defensivo es parte elemental de lo ofensivo y viceversa, predomina en ellos el concepto de valentía (así dice Pep) o coraje (así dice Diniz) por sobre la especulación y el temor. Así, lograron armar equipos de autor, reconocibles por su estilo y, para acallar resultadistas, también exitosos.

Además, los une la importancia que le dan al manejo de grupos. La gestión en el vestuario la ven como algo clave. Diniz, una vez que colgó los botines, se puso a estudiar psicología. Considera, al igual que Pep, que el éxito radica en convencer al futbolista y en manejar los egos. "Cada jugador es una tecla diferente, no puedes tratar a todos por igual", entendió el DT catalán tras una charla que tuvo, cuando todavía jugaba, con Julio Velasco, entrenador argentino de voleibol. "Los jugadores son los que necesitan más apoyo y cariño. Los sacan de sus casas a los 11,12 años y son entregados a los clubes, que no los tratan como personas sino como algo de lo que conseguir un retorno. Pensamos que los jugadores son máquinas y no es así", ha llegado a declarar el DT brasileño.

Tan lejos...

Esas semejanzas se transforman en diferencias a la hora de cómo quieren que jueguen sus equipos. El método Guardiola se volvió tan famoso desde su Barcelona que invadió las ligas de todo el mundo. El Juego de Posición, donde se buscan superioridades detrás de las líneas de presión, entre otras cuestiones, se puede definir a partir de un concepto: la ocupación racional de los espacios. Hay en Pep una obsesión por el control. Y eso lo lleva a poblar distintos sectores del campo porque "el balón ya te va a llegar". Permanecer en una posición y fijar es fundamental para la organización ofensiva.

Todo lo contrario a cómo Diniz piensa el fútbol. En su ideario predomina la libertad de movimientos para el surgimiento de la creatividad. La búsqueda es la asociación afectiva. Si el City se ordena a través de los espacios, el Fluminense lo hace por medio de la pelota. Lo posicional queda en segundo plano en el equipo brasileño. Aparece la funcionalidad. O el relativismo, que es otro concepto asociado a este estilo, que responde justamente a las relaciones que se producen dentro del campo de juego y a esa sensación de caos que en realidad es inducida por el propio entrenador. La vinculación es siempre con la pelota como eje.

Esas diferencias se pueden apreciar fácilmente en el campo de juego. Por un lado, un City que ataca con hombres posicionados en los cinco pasillos a lo ancho de la cancha. Un ataque desplegado. Por el otro, un Flu donde la mayoría de sus jugadores se juntan en la zona en la que se encuentra la pelota. Un ataque compacto. En el Juego de Posición, el balón va al jugador. En el ataque funcional es al revés: el jugador va al balón. Si el fútbol es tiempo y espacio, podría decirse que para Diniz es prioritario lo primero y para Pep, lo segundo.

Así, en el Manchester City pueden observarse rotaciones posicionales en plena gestación. Por ejemplo: un extremo va de interior pero alguien siempre ocupa su lugar. En el Fluminense, en cambio, no se respeta esa máxima. Jhon Arias, extremo derecho, puede cruzar toda la cancha para asociarse con Keno, extremo izquierdo, y nadie va ir a cubrir ese espacio vacío. Preguntas: ¿cómo basculará el City para evitar esa superioridad numérica y posicional del Flu? ¿Cómo hará el Flu para contrarrestar la transición ofensiva del City ante una pérdida?

Se entiende de dónde provienen esas convicciones. Guardiola mamó los conceptos de Johan Cruyff, alumno de Rinus Michels y de la escuela holandesa, el "Fútbol Total". Diniz, en cambio, se nutrió del fútbol carioca y admiró al Brasil del 82 de Telé Santana con Zico, Sócrates, Falcao y Toninho Cerezo. O sea, el Jogo Bonito. "La forma en que los equipos de Guardiola usan la pelota es opuesta a la mía", afirmó Diniz hace un tiempo para marcar distancia cuando algunos en Brasil osaban comparar su estilo con el de Pep. "Siempre recuerdo que mi padre me decía que los brasileños juegan muy lento, alrededor del balón y todos juntos, con pases cortos. Y de repente salen rápido. Parece que la esencia del Fluminense es volver a hacer eso. La forma en la que ellos juegan... nunca hemos enfrentado a un equipo así. No es posicional, se mueven un montón", expresó Guardiola.

El que gane esta histórica final no prevalecerá sobre la idea de juego de su rival. La autenticidad y las convicciones no cambian por un resultado. Lo que suceda este viernes a las 15 horas de Argentina no provocará la extinción del Juego de Posición ni del ataque funcional. Ambos son más que un método o una moda pasajera. Representan fielmente una expresión que, más que futbolística, es cultural y popular. La esencia. El ADN. Los genes. La identidad. Y el fútbol, claro, agradecido por esta grieta que en vez de restar, suma.